Cumbre borrascosa: crónica de un fracaso anunciado
- Nico Stoner
- 30 jun 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 8 jul 2024

Mayoría de ausencias y rechazos
La falta de respaldo mundial, la exclusión a la contraparte en el conflicto, la ilegitimidad del convocante y la negativa a negociar, condenaron a esta pseudo cumbre al fracaso anticipado.
La llamada “cumbre mundial”, organizada por Zelenski, fue un fracaso.
La magra asistencia representa apenas un 20% de la población mundial. Los países que participaron, incluyendo aquellos que lo hicieron con misiones de segundo nivel, representan 1,5 billones de los casi 8 billones de habitantes de nuestro planeta.
La participación activa de algo más de setenta países no puede ser considerada una conferencia de nivel mundial.
De América Latina solo firmaron unos pocos países: Argentina, Chile, Ecuador, Uruguay, República Dominicana, Honduras.
En tanto Brasil participó solamente como observador y, al igual que México, no firmó la declaración, por su parte Colombia declinó participar.
El Presidente de Colombia, Gustavo Petro, expresó que no participará de una conferencia que “se dedique a construir bloques de guerra”. Al cancelar su asistencia pidió a Europa “debatir los caminos para acortar la guerra y no para extenderla”.
Mientras los países de la Unión Europea firmaron la declaración pro OTAN presentada por ellos organizadores, ninguno de los países de los BRICS aceptó suscribir ese texto.
Finalmente, está el problema de la legitimidad del gobierno ucraniano. El mandato de Zelenski terminó y así lo estableció el Tribunal Constitucional de Ucrania.
Zelenski viene administrando un gobierno autoritario bajo la ley marcial, mediante la cual evita la elección de un parlamento adverso a sus intereses y los de la OTAN. Pero ese decreto, que prorroga una y otra vez, no tiene alcance sobre la elección presidencial, la cual debió celebrarse en marzo. No solo culminó su mandato sino que carece de un parlamento que le dé legitimidad, seguramente por temor a que ocurra lo contrario y la voluntad soberana prefiera, lógicamente, el camino del diálogo, la negociación y la paz.
Ocupa la Presidencia de Ucrania desde el 20 de mayo de 2019 y el mandato dura 5 años, de acuerdo a la Constitución, plazo que no es prorrogable. Por ello, su permanencia en la Presidencia es ilegítima y lo es también todo el mando de gobierno. Curiosamente, estas dictaduras no son vistas por los gendarmes de la democracia occidental.
Ni cumbre ni de paz
El verdadero propósito fue generar una conferencia internacional de apoyo a Ucrania y atraer el apoyo de los grandes países del distante “Sur global” a los intereses de la OTAN.
En ambos aspectos la iniciativa fracasó. Fuese por rechazo a la invitación, por ausencia, por envío de representantes de segundo o tercer nivel o simplemente por la negativa a apoyar la declaración de la conferencia, la reunión internacional da cuenta de que tres quintos de los países del mundo no apoyan a Ucrania. En cuanto al Sur global, fue categórico: ignoró o rechazó las iniciativas excluyentes y belicistas del ya ilegítimo gobierno de Zelenski. India, Sudáfrica, Brasil, México, Arabia Saudí e Indonesia le dieron la espalda. Hasta el Vaticano declinó apoyar la propuesta ucraniana.
En síntesis, la conferencia suiza se convirtió en una reunión de amigos, donde se debilitó la posición de Ucrania, evidenció la falta de apoyo en la comunidad internacional y quedó claro que Zelenski es un obstáculo para un genuino proceso que pretenda poner fin al conflicto.
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